lunes, 23 de noviembre de 2009

RESACA EN BENGALA

Despues del Carnaval del ´98,queriendo descansar la resaca chicharrera, viajamos una vez mas a Darjelling-West Bengal- India.

El aire fino del Himalaya, los olores de las especias y del té nos capturaron hace ya 25 años.
En la cocina del monasterio tibetano donde nos hospedaban, nos invitaron a aprender como se preparaban los momos para la fiesta del año nuevo.

Monjes cocineros y mujeres de largo pelo negro, amasaban la harina tamizada con agua tibia y levadura: en el tamiz de la harina apareció un peine roto, algún boton de plastico mate, paja y alguna cosa más que no describo por pudor...la cocina se reía de aquellos descubrimientos domesticos tipicos de los sacos de harina de la India.
El buen humor era lo primero entre aquella partida de cocina de dientes blancos e idioma incomprensible.

Con la masa levantada y suave hacían un cordel que luego cortaban a dos dedos por pues aplastarlo y formar un disco de cinco cm.
Las mujeres en sus trajes de colorines, cubiertos por delantales largos y enormes, habían pasado un tiempo largo en picar a cuchillo la carne grasa del buey: la sazonaban con sal, garam masala (pimienta negra, comino, coriandro, canela, clavos, laurel y cardamomo negro) y cebolla cortada muy fina...la fina brunoise del himalaya!

Con este relleno todos nos pusimos, cada cual con su maña, a rellenar los discos de pasta y a cerrarlos con gracia y amor.
Había mucha alegría y los momos pacientemente acabados parecían pálidos canestrillos de crisantemos.
En un enorme caldero cubierto con paños se cocinaron los momos al vapor.
El fuego de legna regalaba su olor a todos y hacia borbotear el agua que se esfumaba entorno al caldero.

Se preparó un "pesto" de queso de Dri, cebolla blanca y una generosa cantidad de guindillas, para acompañar los bocaditos que encerraban todo el jugo del relleno en la suavidad del envoltorio.

Cuando la cena se sirvió, maestros eminentes y laicos perdidos compartieron bocados al vapor de amor carnoso, aromas divinos y picantes que acaloraban la reunión.
Los vegetarianos tenian listos sus propios momos de queso y hojas...la suavidad de la paz y el vegetal.
Con felicidad, alegría y amor, hasta lo más modesto alcanza la delicia y lo gozoso.

Yangsi Tulku Kalu Rimpoche, el Maestro por el cual tuvimos el honor de cocinar, decía que el hombre es mitad bestia y mitad dios. Su reino es el dominio perfecto de los sentidos y a la vez es esclavo de ellos.

Haciendo de nuestras sartenes un lugar de amor, comprensión y hermandad, descubrimos entre el ensueño de los olores y el despertar del mordisco, que la felicidad no es una meta: solo es un camino, un sofrito chispeante, la lenta cocción al vapor o el más limpio corte de queso.

Bebimos agua cristalina de montañas que son el techo del mundo.
Algunos tragaban el espeso té salado tibetano, casi una sopa.
No había alcohol, nos venía bien por la resaca.

2 comentarios:

margot dijo...

Me gustaria que coinaras momos.
Siempre comppro harina y levadura fresca para hacer pan, y nunca lo hago.
No me gusta.
Cuando vi la pelicula...
Como cocinar tu vida.
Me gusto como el maestro Zen da las explicaciones.
Solo he hecho una vez pan y no me ha salido bien, pero cuando lo hacia , disfrutaba, estaba concentrada y me movia con unos movimientos muy lentos y armoniosos.
Espero receta de los momos.
Quizás pueda intentar hacerlos yo, no se, quizás...
Me ha gustado tu historia...

margot dijo...

De repente me vino algo a la cabeza.
Habia comido varias veces momos vegetales buenisimos,en el monasterio Sakya, pero la persona que me los puso era un voluntario y me dijo que eran un tipo de empanadillas.
Eran momos.
Besos